Woven Skin Terrain (Terreno tejido de piel) 2024
En 2024, Alejandra Ortiz de Zevallos, junto a la artista y directora Soledad Sánchez y la coreógrafa Cecilia Borasoino, desarrolló el proyecto Woven Skin Terrain / Terreno Tejido de Piel en el marco de una residencia en el Collaborative Arts Research Initiative (CARI) de la University of Alabama.
La propuesta partió de una reflexión compartida: la piel como territorio que habitamos, un espacio que contiene memoria y que, en este caso, reunía las experiencias y lenguajes de tres disciplinas distintas —el textil, la escenografía y la coreografía— para explorar las múltiples posibilidades de transformación que emergen de la creación colectiva. La escultura Parénquima, traída desde Lima, fue el punto de partida y motor de la obra. Primero se presentó como “madre” y luego como “hija”, inspirando la forma de nuevas piezas tejidas que crecieron y superaron su escala. Durante cinco días de trabajo con recursos locales —hojas de junco del río Black Warrior, ropa donada, papel reciclado y sogas— se produjeron tres vestuarios que evocaban cuerpos en permanente metamorfosis.
Estos trajes fueron activados en una performance de Rhea Speights, Jordan Smith y Cecilia Borasoino, quienes generaron un lenguaje de movimiento auténtico, orgánico y profundamente conectado con los materiales. El diseño sonoro de Holland Hopson, la iluminación de Sydni Spradlin y el apoyo técnico de Caleb Brown se sumaron a esta construcción colectiva, al igual que la carga simbólica del propio Maxwell Hall, un edificio que originalmente funcionó como observatorio en 1844. Woven Skin Terrain se configuró así como un tejido de memorias, cuerpos y materiales que, desde el encuentro entre disciplinas, expandió los límites de lo textil, lo escénico y lo coreográfico en un mismo territorio sensible.
In 2024, Alejandra Ortiz de Zevallos, together with artist and director Soledad Sánchez and choreographer Cecilia Borasoino, developed the project Woven Skin Terrain / Terreno Tejido de Piel as part of a residency at the Collaborative Arts Research Initiative (CARI), University of Alabama.
The proposal began from a shared reflection: the skin as a territory we inhabit, a space that contains memory and that, in this case, brought together the experiences and languages of three different disciplines—textiles, scenography, and choreography—to explore the multiple possibilities of transformation that emerge from collective creation. The sculpture Parénquima, brought from Lima, was the starting point and driving force of the work. First presented as a “mother” and later as a “daughter,” it inspired the form of new woven pieces that grew and surpassed its scale. Over five days of work with local resources—reeds from the Black Warrior River, donated clothing, recycled paper, and ropes—three costumes were produced that evoked bodies in constant metamorphosis.
These costumes were activated in a performance by Rhea Speights, Jordan Smith, and Cecilia Borasoino, who generated a movement language that was authentic, organic, and deeply connected to the materials. The sound design by Holland Hopson, lighting by Sydni Spradlin, and technical support from Caleb Brown contributed to this collective construction, along with the symbolic presence of Maxwell Hall itself, a building that originally functioned as an observatory in 1844.
Woven Skin Terrain thus emerged as a weaving of memories, bodies, and materials that, through the encounter of disciplines, expanded the boundaries of textiles, performance, and choreography within a shared sensitive territory.
